Monasterio de Poio (abril 2013) |
Aprovechaba el momento de emoción y descuido del alma cándida,
conquistaba con inteligencia y pasión,
sabía esperar una caricia involuntaria,
suplicar o exigir una confesión,
captar el primer latido del corazón, perseguir el amor,
lograr de repente una entrevista secreta
y después dar a solas lecciones en silencio.
Aleksandr Pushkin
Buen encuadre has tomado amiga, me gusta la composición que has hecho con ese confesionario en primer plano y el órgano al fondo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me gusta como has elegido esta fotografía. Es una preciosidad. Un saludo Atenea.
ResponderEliminarAtenea, aunque suena paradójico, cuando observó un confesionario siempre pienso cuántas mentiras se deben escuchar ahí dentro, de una parte y de la otra.
ResponderEliminarMe parecen muy literarios los confesionarios. ¡Buen ojo!
Abrazos.
Un rincón del que se ha quedado decorativo en nuestros días.
ResponderEliminarSaludos y feliz día
Qué encuadre más bueno.
ResponderEliminarLos confesionarios siempre huelen a historias.
El texto de Pushkin, buenísimo.
Un beso.
Que maravilla fotográfica amiga.
ResponderEliminarLas confesiones yo me las hago a mi misma... ;) Es lo mejor...aunque no me deja impasible el texto.
Un abrazo y gracias por crear este ambiente en tu blog.